La música siempre ha sido un refugio, una compañía y, sin darme cuenta, una fuente infinita de inspiración. Desde pequeña, ciertos artistas marcaron etapas en mi vida, como por ejemplo Vivaldi con su obra "Las cuatro estaciones", fue en la época en que empezaron a salir los primeros CD y que tuve la suerte de tener por un valor de $900.- ¿Qué hacia una niña de 8 años con un CD de Vivaldi?, no tengo idea, pero la música me transportaba y me sacaba del espacio de dónde estaba. Paralelamente estaban Los Pericos con su disco Big Yuyo, un contraste exagerado que no puedo ignorar. Ese era más o menos el espectro personal bajo diversas influencias familiares.
(Podría pasar horas escribiendo sobre cada etapa y su "musicalización" pero mejor vamos de a poco)
Algunos calaban por sus canciones, otros por sus historias, su esencia, la imagen y/o la manera en que canalizaban emociones a través de su arte. Crecí escuchando a Nicole, Janis Joplin, Fito Páez, Led Zeppeling y muchos otros que, de alguna forma, se quedaron grabados en mi memoria.
Luego, entre la adolecencia y la "juventud" continuamos con Anita Tijoux en sus inicios con Makiza, Nirvana, Gustavo Cerati, y así... podríamos sumar muchos que aún no he ilustrado y que están en el tintero.
Cada uno de ellos me transmitió algo único: la rebeldía y fuerza de Amy Winehouse, la sensibilidad y profundidad de Mon Laferte, la extravagancia y genialidad de Björk. No era solo su música, sino la forma en que desafiaban normas y se convertían en íconos de identidad, emoción y creatividad. Hoy, muchos años después, me encuentro retratándolos, llevándolos al papel con mi estilo, dándoles una nueva vida en mis ilustraciones.
Cada ilustración comienza con una conexión emocional. Antes de dibujar, pienso qué es lo que más me inspira de cada artista. ¿Su mirada? ¿Su actitud? ¿Su vestuario icónico? Luego, busco referencias, no sólo fotográficas, sino también de colores, texturas y elementos gráficos que puedan reforzar su esencia.
El boceto inicial es donde capturo la idea principal. A veces, los trazos fluyen rápido, y otras veces, necesito hacer varias pruebas hasta que la ilustración comience a “sentirse” correcta. Siempre busco equilibrar fidelidad con reinterpretación: quiero que sean reconocibles, pero también quiero aportar mi propio sello, mi visión.
Cuando me han pedido artistas específicos como Harry Styles, Taylor Swift y Chayanne, artistas que no tenía en mi registro por una cuestión generacional o porque no me gustan tanto, tuve que hacer un trabajo previo. Oír su música por varios días para conectarse con lo que hacen y lograr capturar la esencia que los caracteriza. Hablar con algunos fans también funciona, porque te cuentan que es lo que admiran de esos artistas y así yo puedo poner atención a esas características y emociones que quizás yo no vea ni se sienta con oír sólo la música. Es cosa de sentimiento.
Con Chayanne y Taylor Swift me costó mucho, al menos una tres ilustraciones por artista para lograr que me pareciera mejor. Si no hay conexión, no puedo hacerlo.
Aquí es donde todo cobra vida. La elección de la paleta de colores es clave: cada artista tiene una vibración distinta, y quiero que los tonos reflejen su personalidad.
Los detalles también son importantes: un gesto, una prenda, un accesorio simbólico, la mirada. Todo esto refuerza el impacto de la ilustración y la conexión con quien la ve.
Lo más emocionante de este proceso es ver cómo la ilustración deja de ser solo un dibujo para convertirse en algo tangible: una impresión, una taza, un cuaderno.
La idea de que alguien pueda tomar su café cada mañana con una taza de su artista favorito o escribir sus pensamientos en un cuaderno ilustrado con su ídolo me llena de satisfacción. Es mi manera de llevar el arte a la vida diaria, de demostrar que no sólo pertenece a los museos, sino a cada espacio donde se sienta y se viva.
Cada ilustración que hago es, en el fondo, un homenaje. A esos artistas que me marcaron, a sus historias que aún resuenan, ya todas las personas que encuentran en la música y el arte un refugio, tal como yo.
Si también eres de los que sientes que ciertos artistas forman parte de tu historia, te invitamos a descubrir mis ilustraciones en Vive Arte. Porque el arte no sólo se mira, se vive.
Nos leemos en la próxima.
La Feña.